Todos, ucranianos y rusos, se desangran allí. Volodimir Zelensky informó que en las últimas dos semanas fueron abatidos más de mil soldados enemigos en aquel punto dramático de la guerra. Pero las bajas propias son también numerosas. Todo es apocalíptico en Bakhmut, como en su momento ocurría en Mariupol -al sur del país-, ya en manos invasoras.
La batalla por la ciudad comenzó a profundizarse durante el avance ruso en Donetsk, en julio pasado. Desde entonces, ambos ejércitos se encuentran empantanados en una lucha donde cada avance es repelido y la sangre en el terreno se confunde con la nieve y el barro. Los ocupantes de Vladimir Putin no consiguen quedarse con ese poblado pese a tenerlo prácticamente rodeado por todos los flancos.
Pero entre los rusos existe la creencia de que alguna mano negra está saboteando los esfuerzos por conquistar esa ciudad fantasmagórica. Yevgeny Prigozhin, el oligarca cercano a Putin que es amo y señor del mercenario Grupo Wagner, fustigó durante meses al Ejército de su país por la falta de avances, poca planificación y escasez de recursos. Es quien juró tomar Bakhmut con sus propios combatientes a cualquier costo. Lo hace con soldados entrenados, pero sobre todo con los convictos que reclutó en prisiones a lo largo de Rusia. Sin embargo, está incumpliendo su promesa.