Se han cumplido diecinueve años de los terribles atentados del 11-M. Eran poco más de las siete y media de la mañana de ese 11 de marzo de 2004, en plena hora punta, cuando se produjeron diez explosiones casi simultáneas en cuatro trenes de cercanías de Madrid, provocadas por mochilas bomba cargadas con Goma 2-ECO.
Los trenes estallaron en la estación de Atocha, en la del Pozo del Tío Raimundo, en la de Santa Eugenia y en la calle de Téllez. 193 personas resultaron muertas, y casi 2.000, heridas.
En los primeros momentos, todo hizo pensar que se trataba de un atentado de ETA. El ministro del Interior, Ángel Acebes, dijo que no se descartaba ninguna hipótesis. Y hasta el lehendakari Ibarretxe, convencido de la autoría de la banda, aseguró “no son vascos son alimañas”. También el candidato socialista, José Luis Rodríguez Zapatero, se muestra convencido, al afirmar “ETA ha intentado intervenir en la campaña”.
En la Cadena SER, Iñaki Gabilondo dice “parece que ETA está detrás de esto”. Uno de sus contertulios, Nicolás Sartorius, afirma: “Lo estaba buscando ETA desde hacía tiempo; lo sabemos porque cogieron aquellas camionetas cargadas de explosivos”. Se refería el ex dirigente de Izquierda Unida a la furgoneta intervenida por la Guardia Civil en Cañaveras, en Cuenca, el 29 de febrero anterior, cargada con cloratita y dinamita. La periodista Ana Terradillos confirma en esa emisora que los terroristas no habían hecho ninguna llamada de aviso, cosa que ETA suele hacer, y asegura que los artefactos estaban colocados en las vías del tren, algo que luego sería desmentido. Algo más tarde, el portavoz del brazo político de ETA, Arnaldo Otegi, niega que la banda haya cometido el atentado. Nadie le cree.
A la ocho y veinte de la tarde, el ministro Acebes anuncia que se ha encontrado una cinta con versículos del Corán en una furgoneta intervenida en Alcalá de Henares. A las diez de la noche, la polémica exclusiva en la radio del Grupo PRISA: “Tres fuentes distintas de la lucha antiterrorista han confirmado a la cadena SER que en el primer vagón del tren que explotaba antes de llegar a Atocha iba un terrorista suicida. Interior no lo confirma”.
A partir de ese momento, comienzan las alusiones a la guerra de Irak y la foto de las Azores. Poco después, aseguran en la emisora “las fuentes consultadas por la SER confirman que una persona llevaba tres capas de ropa interior y estaba muy afeitada, una práctica muy habitual entre los comandos suicidas antes de inmolarse”.
A día siguiente, es de nuevo esta emisora de radio la que da una noticia antes que el propio ministro del Interior: la policía ha localizado una mochila cargada de explosivos, que ha sido trasladada a la comisaría de Vallecas.
Al día siguiente, jornada de reflexión, Paco González, codirector de Carrusel Deportivo, hace un alegato relacionando el apoyo del gobierno de Aznar a la guerra en Irak con los atentados y hace un llamamiento al voto, asegurando que no todos los políticos son iguales. Se producen manifestaciones “espontáneas” ante las sedes del PP. “Aznar fascista, tú eres el terrorista”, es una de las consignas coreadas. Mariano Rajoy denuncia el acoso como un intento de influir en la voluntad del electorado. Alfredo Pérez Rubalcaba pronuncia su demoledora frase: “Los españoles se merecen un gobierno que no les mienta”.
Al día siguiente, las elecciones, que se deberían haber suspendido en esas circunstancias, convertían en presidente a José Luis Rodríguez Zapatero.
Han pasado diecinueve años y seguimos sin saber qué es lo que realmente ocurrió.
Y, ¿por qué? Porque se destruyeron todas las pruebas. Se desmantelaron los escenarios del crimen y se achatarraron todos los vagones, apenas tres días después del atentado. Todas las evidencias fueron eliminadas y fueron sustituidas por una única prueba, una mochila bomba que, misteriosamente, apareció en una comisaría de Vallecas, 18 horas después de la masacre, sin que nadie sepa quién la dejó ahí. Una mochila que contenía metralla, pero en los cuerpos de las víctimas no había metralla, tal como declaró la directora de Instituto Anatómico Forense que se encargó de hacer las autopsias. La prueba fundamental del 11-M, sobre la que se basaron todas las investigaciones, resultó ser falsa.
Pero nadie ha hecho nada al respecto.
Ciento noventa y dos personas murieron. La tragedia sacudió la sociedad española. Hubo manipulación política y se celebraron unas elecciones con unas urnas manchadas de sangre. Se destruyeron pruebas. Se colocaron pistas falsas. Se condenó a un puñado de personas.
Queda un año para que prescriban los delitos. Muy probablemente, el caso quedará definitivamente cerrado, en falso. Nunca sabremos la verdad.