Editorial El Contrapunto 09/03/2023

Pedro Sánchez ha logrado el “milagro español”. El milagro de un gobierno capaz de enfrentarse con todos. No hay sector o colectivo que no se sienta penalizado, insultado o amenazado por sus políticas radicales. 

Se ha enfrentado a los jueces, por sus intentos para asaltar a la Justicia. 

A las familias, por no hacer nada para contener los precios. 

A los autónomos, a los que, no sólo no ayuda, sino que les sube las cotizaciones. 

A los jubilados, por ser incapaz de garantizar sus pensiones. 

A los contribuyentes, por su exagerada voracidad fiscal. 

A las mujeres, por poner en libertad a los violadores. 

A las feministas, por despreciar la condición femenina con su Ley Trans.

A las trabajadoras del sexo, por pretender abolir la prostitución. 

A los padres de familia, por negarles la potestad sobre sus hijos. 

A los médicos, por señalarles si se niegan a practicar abortos. 

A los ancianos, por hacer publicidad en favor de la eutanasia en los centros de tercera edad. 

A las víctimas del terrorismo, por blanquear al pasado criminal de ETA. 

A los catalanes, por no defender su derecho a usar el idioma español en su comunidad. 

A los agricultores, por condenar al sector rural.

A los ganaderos, por la cruzada de su gobierno contra la carne.

A los cazadores, circos, romerías y tiendas de mascotas, por su ridícula Ley Animal.

A los conductores, por su acoso a los coches de combustión.

A los guardias civiles, por depurar a los mandos del Cuerpo que no se pliegan a sus exigencias.

A los policías, por dejarles indefensos con la reforma de la Ley de Seguridad Ciudadana. 

A sus propios barones socialistas, por dinamitar sus expectativas electorales.

A sus socios de gobierno, los de Podemos, por no permitirles legislar a sus anchas.

Y a los empresarios, a los que castiga con impuestos, encorseta con su Contrarreforma Laboral, y ahora, insulta directamente con nombres y apellidos.  

Ha sido su éxito político más reciente, conseguir que Ferrovial abandone España por falta de seguridad jurídica. Y, seguramente, esa huida no será la última, si Sánchez y sus ministros siguen boicoteando la creación de riqueza y la generación de puestos de trabajo. No parece muy razonable que el presidente del gobierno llame usureros y piratas a los empresarios españoles, y se dedique a insultar, con nombre y apellido, a personas que tanto han hecho por la “Marca España” como Rafael del Pino, Amancio Ortega o Juan Roig.

Si este es el “milagro español”, más vale que lleguen pronto las elecciones, porque, de lo contrario, sí vamos a necesitar un auténtico milagro para rescatar nuestro país.      

 

 

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