Portada » Editorial El Contrapunto 17/10/2022

Pedro Sánchez ha alcanzado ya el dudoso honor de haberse convertido en el presidente más mentiroso de la democracia. Nos mintió cuando aseguró que no sellaría ninguna alianza con los comunistas de Podemos. Nos mintió cuando dijo que no pactaría con los albaceas del terrorismo etarra. Nos mintió cuando aseguró que los sediciosos condenados por el golpe de Estado en Cataluña cumplirían íntegramente sus condenas. Y nos sigue mintiendo cuando asegura que su gobierno dedica los recursos públicos a aliviar la precaria situación que sufren los ciudadanos.

Pero no nos miente solo a los españoles. También trata de engañar a nuestros socios europeos. El gobierno ha enviado este sábado a Bruselas el Plan Presupuestario para 2023, en el que encontramos dos elementos dignos de análisis. 

Por un lado, defiende la “excepción ibérica” en materia energética, asegurando que, gracias a eso, los españoles pagamos menos por la electricidad que nuestros vecinos europeos. Pero no es verdad. Señala que el precio medio de la luz en el mercado mayorista es de 146 euros por Megavatio Hora, y esa cifra sí está por debajo de la de nuestros vecinos. Pero nos engaña al no incluir la compensación que pagamos a las empresas gasistas, que sí aparece en nuestra factura, y que la convierte en la cuarta más alta de la historia. 

El precio de la luz alcanzó en agosto su nivel más alto, con 365,33 euros por Megavatio Hora, con picos que superaron los 440 euros a las horas de mayor consumo. Unas cifras que están muy por encima de esos 146 euros de los que ahora alardea Sánchez. 

Todos recordamos las manifestaciones de UGT y Comisiones Obreras cuando, durante el gobierno de Rajoy, la luz subió un 4 %. Los ataques que le lanzó un Pedro Sánchez que entonces estaba en la oposición. Y los programas especiales que algunas cadenas de televisión hacían sobre la pobreza energética a la que ese gobierno condenaba a los españoles. Ahora, en cambio, con unas subidas mucho más exageradas, no hay nada de eso. Y la izquierda nos recomienda que bajemos el termostato y que ahorremos agua caliente en la ducha. 

Por otro lado, las previsiones presupuestarias enviadas este sábado a Bruselas, reconocen que el gobierno recaudará más de 26.000 millones adicionales en impuestos, gracias al hachazo fiscal y a la inflación. Pero, a pesar del aumento de la recaudación, Sánchez se niega a bajar los impuestos y prepara nuevas subidas para el año próximo.  

Y los precios siguen disparados. El pasado viernes, el Instituto Nacional de Estadística nos confirmaba que el IPC de septiembre fue del 8,9 %. Los voceros del gobierno quisieron transmitirnos el optimismo de que la inflación se estaba reduciendo. Pero eso no es cierto. Simplemente, el IPC crece menos que en los meses anteriores, en los que superó el 10 %. La inflación subyacente, la que no contempla el precio de los alimentos frescos y la energía, sigue situada en un 6,2 %, la más alta desde 1993. Y debemos recordar que la última vez que España superó el 5 % de inflación tardó 23 años en corregirla. 

España se enfrenta a la necesidad de elegir entre dos modelos de sociedad. El que representa la izquierda: intervencionismo, subidas de impuestos, ingeniería social, población subvencionada, pero no incentivada, recorte de libertades, y empobrecimiento general.

Frente al modelo del liberalismo, bajada de impuestos, apuesta por el crecimiento económico, libertad de mercado, capacidad de los ciudadanos de tomar sus propias decisiones, y el convencimiento de que el dinero está mejor en el bolsillo de las personas que en las arcas del Estado. 

Cada vez que la izquierda ha hundido a nuestro país en la pobreza, los ciudadanos han acudido en masa a las urnas para cambiar el modelo de gobierno. Tras el mandato de Felipe González, tuvo que ser José María Aznar el encargado de recomponer las cosas. Pero, tras la estabilización, volvimos a caer. José Luis Rodríguez Zapatero no sólo destrozó nuestra economía, sino que puso en marcha una agenda de ingeniería social que provocó una grave crisis de valores. Por eso, los españoles otorgaron una holgada mayoría absoluta a Mariano Rajoy. Pero la dilapidó. No fue capaz de dar la batalla cultural necesaria, por lo que acabó dividiendo a la derecha. Ahora, con un gobierno como el de Pedro Sánchez, que es, sin duda, el peor dirigente que hemos tenido desde Fernando VII, los ciudadanos están cada vez más convencidos de que es necesario desalojarle del poder. 

Pero los votantes de centro derecha se muestran recelosos. ¿Será Alberto Núñez Feijóo un nuevo Mariano Rajoy? ¿Estará dispuesto a abolir y derogar las leyes ideológicas impuestas por Sánchez? ¿Será capaz de recomponer una opción de derechas sin complejos? ¿Tendrá la valentía de tender la mano a Vox para reconstruir una sociedad de valores?¿O se dejará llevar por esos cantos de sirena, de esa pretendida superioridad moral de la izquierda, que intenta convencernos de que el partido de Santiago Abascal es una suerte de caverna involucionista?.

España necesita soluciones urgentes. En materia económica, por supuesto. Pero también en la defensa de sus valores. Unidad territorial, defensa de nuestro idioma. Respeto a nuestra historia y tradiciones. Defensa de la familia. Libertad para elegir la educación de nuestros hijos. Protección de nuestra infancia. Y tantas otras cosas que el gobierno social comunista ha demostrado que están amenazadas. Es momento de actuar con decisión. 

Javier Algarra

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